6 recomendaciones para una experiencia de comunicación escolar en medio del conflicto desde el proyecto CISP-OIM en Norte de Santander y Arauca.
Recinto Quirama, Rio Negro Antioquia, Julio 27 al 31 de 2009.
Benjamín Casadiego, proyecto CISP-OIM
Contexto para el ejercicio
Del 27 al 31 de julio de 2009 se realizó la 8ª versión de OUR MEDIA/ NUESTROS MEDIOS. El evento tenía 4 grandes temas: 1 Medios ciudadanos y conflicto; 2 Comparando los medios alternativos: problemas teóricos y metodológicos; 3 Imágenes indígenas… Historias de identidades; 4 Experiencias internacionales en narraciones digitales para el cambio social.
Durante una semana, comunicadores, investigadores, académicos y educadores de Colombia y el mundo debatieron, mostraron experiencias, documentales, libros, revistas, ideas en varios idiomas y en una hermosa hacienda del siglo XVIII convertida hoy en hotel escondido en las montañas.
El ejercicio inaugural de la semana estaba ubicado en la mesa “Medios ciudadanos y conflicto armado. Las lecciones aprendidas en Colombia” e invitaba a que cada panelista desarrollara 6 propuestas para que una experiencia de comunicación pudiera desarrollarse en Afganistán con base en la experiencia colombiana. Posteriormente intervino el grupo de invitados internacionales.
En esa perspectiva el proyecto CISP-OIM en Norte de Santander y Arauca, desde la experiencia en campo y en los debates internos, ha generado aprendizajes que aquí se insertan como elementos, más de debate que de recetas finales, entendiendo que las recetas se dejan a un lado una vez se comienza a realizar el plato.
En espacios de riesgo y conflicto entendemos que un medio es comunitario porque es escolar: la escuela es sitio de reuniones, es confianza local, es respeto.
Históricamente la escuela ha desarrollado en su interior una compleja estructura jerárquica donde el estudiante es una maquina imperfecta que debe ensamblarse para entrar en sociedad como resultado final. Esta dinámica “margina” de alguna manera la experiencia comunicativa vital de la comunidad de niños y jóvenes.
De pura casualidad escucharemos hablar de tareas y lecciones a un grupo de niños o adolescentes reunidos en los pasadizos de las escuelas o en las esquinas del barrio: en esos corrillos se están tejiendo redes que nacen de la escuela pero que crecen al margen de ella. Desde esa perspectiva, el hecho de que los estudiantes se dediquen a crear una red interactiva es un reflejo de lo que Habermas ha llamado Interés cognitivo práctico. Por “práctico”, Habermas entiende que los supuestos de tal conocimiento no están relacionados directamente con la acción instrumental (lo que se aprende en el salón de clase) tal y como es definida por los supuestos del conocimiento, sino más bien enfocados hacia la creación y clasificación de significados, la consecución de comunicación y la producción resultante de lazos colectivos y mutuos entre los individuos de una comunidad que comparten sistemas de creencias. Los intereses prácticos conciernen al conocimiento que surge de la interacción colectiva y al conocimiento que le precede y que constituye su base.
La semilla de la comunicación escolar crece en ese intersticio. Por eso la importancia de los medios escolares en contextos no formales: porque ellos recogen esos espacios e intereses prácticos, "ablandan" la estructura jerárquica y propician un cruce más fluido entre el espacio comunitario y el escolar.
De muchas formas, por ejemplo: Cuando un medio comunitario basado en la escuela piensa otros espacios de comunicación, cuando se piensa en los saberes intergeneracionales, cuando viejos y niños comienzan a preguntarse mutuamente, cuando esas "pequeñas" tomas de decisiones (escoger tal foto, priorizar tal toma, tal escenario, decidir tal texto entre todos padres y niños) nos abren las ventanas de la participación y la democracia no como algo abstracto sino como eso: algo práctico que nos lleva a un resultado entre todos.
Siguiendo la dinámica del ejercicio, hemos estructurado estas seis propuestas o recomendaciones para que una experiencia de comunicación pueda insertarse en escuelas en situación de conflicto:
• Debe ser una iniciativa de educación no formal, es decir que esté dentro del aula pero cuya producción se de en tiempos extraescolares.
• La experiencia de comunicación debe ser transversal al aula. Es decir, sus contenidos deben conectar la experiencia cultural viva del barrio, de la casa, de las horas extraescolares con los formatos de educación formal. Al mismo tiempo debe tener un cruce con otras disciplinas de la misma escuela: lenguas, ciencia, investigación.
• Los contenidos. Los dueños de esa información es la comunidad educativa y es allí donde primero tiene que difundirse, esto no indica que luego otras comunidades se retroalimenten con esos contenidos, pero la comunidad productora debe saberlo y consentirlo. ( aporte de Libardo Benavides)
• Ubicación y administración. Por supuesto, la experiencia debe estar ubicada en la escuela (centro de confianza de la comunidad) con administración equitativa entre los niños, los profesores y los padres de familia, con igualdad de condiciones para decidir contenidos, talleres y horarios de trabajo. Esto significa al mismo tiempo una apuesta participativa. En una experiencia de comunicación deben participar los padres de familia, los profesores, el vecindario y los niños, todo ese grupo conforma lo que se entiende por comunidad educativa.
• Respeto por los contenidos. Tiene que haber un proceso pedagógico que apoye la creación de contenidos desde la memoria, los juegos, la cocina, los rituales de comunicación, etc. Esto no significa banalizar o evadir el conflicto, significa elevar al individuo hacia experiencias vitales que lo convoquen como ser humano creativo. Muchas experiencias de comunicación para la paz se regodean con el conflicto y terminan reproduciendo la historia íntima del conflicto. Deben apoyarse iniciativas donde los individuos de la escuela sean sujetos de derecho y no seres marginales aplastados por el conflicto.
• Neutralidad. La escuela está ubicada en espacios de riesgo debido a la presencia de grupos armados organizados, esto marca líneas en cuanto a los contenidos: es importante dejar en claro a través de los contenidos y los talleres esa condición de neutrales. Esto no sugiere un mensaje conformista hacia el desconocimiento, la búsqueda de la verdad y reconocimiento de la memoria, todo lo contrario: implica una mirada compleja de la realidad, una búsqueda equilibrada hacia la verdad.
1. La primera de nuestras 6 condiciones es que la experiencia de comunicación debe tener una perspectiva desde lo no formal. Esto implica un reto que es casi un retruécano: ¿Cómo formalizar lo no formal en la escuela? Esto parece ser definitivo y hace parte de nuestras preguntas actuales. Para que las cosas funciones debe haber un sentido de apropiación plena de la escuela hacia el ejercicio no formal, para ello hay que crear alianzas sólidas y verdaderas, nacidas de la necesidad, entre las directivas de la escuela y las organizaciones que llegan a implementar experiencias no formales. Esto implica un sistema de evaluación y seguimiento conjunto y unas metas construidas entre ambos.
3. Llama la atención en la conferencia OUR MEDIA esa marginalidad de los contenidos en los jóvenes. Pero también la uniformidad: todos, desde Nueva York a Bangladesh y Bogotá están unidos por el Hip Hop. Esa marginalidad, para mi gusto, está atrasando la inclusión de los jóvenes marginados en el mundo de la vida real: la política, los debates de la democracia, la toma de decisiones, la participación. Es como si hubiera una aceptación de lo marginal que está sacando dividendos en investigación pero que en el fondo mantiene a buena parte de nuestra sociedad al margen de las decisiones diarias que construyen nación. “Me pregunto qué estamos esperando para crecer, ya tenemos todos cierta edad.” Michele Monina, ESTA VEZ EL FUEGO.
4. Robert Everhart, Leer, escribir y resistir: “¿Y si fuéramos capaces de tratar a los adolescentes como personas responsables, con un sistema de conocimiento que no fuera considerado inferior al de los adultos, sino diferente? ¿Y si nuestros procedimientos de socialización formalizada no estuvieran basados exclusivamente en intereses tecnológicos, como en la mayoría de las sociedades modernas, sino orientados hacia una competencia trascendente en la que los individuos fueran más capaces de crear historia, al aprender críticamente a examinar su lugar en ella? ¿Y si pudiéramos ritualizar competencias tales como la manipulación de las habilidades básicas, pidiendo a los estudiantes que pusieran esas habilidades a trabajar colectivamente en su comunidad y llegasen a comprender ese proceso de ritualización? (Ésas son, tal vez, las funciones aplicadas y los ceremoniales de la “peregrinación” australiana, o el aualuma y el aumanga de los poblados somoanos, donde los adolescentes están formalmente integrados a la estructura política del poblado). Nuestras escuelas, al mantener a los adolescentes en un estado dependiente durante largo tiempo, difícilmente pueden constituir una preparación adecuada para la vida independiente y asertiva que nuestra cultura ha idealizado.”
5. Cuando los indígenas del Cauca muestran sus documentales y dicen: “a nosotros no nos interesan las estéticas del hombre blanco sino decir las cosas como las vemos”. Uno queda con la pregunta sobre la forma: ¿la cuestión está en arrancar emociones y aplausos o generar reflexión para la construcción de una sociedad multicultural? El asunto es que al decir “no nos interesan sus estéticas dominantes”, estamos cerrando puertas a la comunicación. Sea cual sea el camino, tendremos que encontrarnos desde las estéticas.
6. Las experiencias locales y nacionales funcionan solo como referente a tener en cuenta. El primer ejercicio que estaba dirigido a especialistas en comunicación y educación de varios países deja claro que el contexto allá es bien diferente y que los conflictos no se parecen por más que tengan los mismos componentes: horror, destrucción, muerte, desarraigo, violación de los derechos fundamentales, inequidad, raíces históricas complejas. Según las cifras que se dieron en la mesa en Afganistán hay 2 millones de niños sin educación y la guerra es total. Pero también queda claro que los encuentros se van por lo similar: la creatividad, la alegría, las formas de comunicación, eso que de alguna forma resume Eduardo Galeano: "Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, pero quizás desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable".
7. Me llamó la atención lo que dijo Benjamin Ferrón (Francia) en una de las mesas: “Cada conflicto es el fruto de una interpretación”. En otro momento desarrollaré este tema basándome en una conversación que tuve con él durante el evento y unos apuntes míos sobre la guerra en Ruanda.
8. Esto lo dijo Alirio González: “La guerra es un desconocimiento de lo cotidiano” También hablé con él sobre esto. Sus ideas, con entrevista, la incorporé desde el año pasado en un libro que estoy escribiendo sobre el tema.
9. Esto que dijo Clemencia Rodríguez, quien fue relatora de mesa y la mujer que nos invitó desde el Departamento de Comunicaciones de la Universidad de Oklahoma: “Aquí no va a pasar nada que no hagamos nosotros”, refiriéndose a lo que es OUR MEDIA, pero un poco más allá a la responsabilidad nuestra como educadores y comunicadores. Como ciudadanos.
10. Esto que dijo Amparo Cadavid: “Los proyectos comunicativos comunitarios y escolares no apuntan necesariamente a la formación de comunicadores”.
Benjamin Casadiego es responsable pedagógico del proyecto CISP-OIM en Norte de Santander.
Fotografías: taller en Tibú con los niños del Colegio Camilo Torres.
Fotografías: taller en Tibú con los niños del Colegio Camilo Torres.